Precisamente la mentalidad de Dios sobre la Cruz, sobre el dolor, sobre la dificultad o la pena, es por mucho distinta a la nuestra porque Él es capaz de “transformar” el sentido, la realidad y hasta la substancia de las cosas, pues justamente ha creado todo de la nada. Podemos preguntarnos ¿cómo entender que Dios viera a bien una muerte en cruz para la redención de los hombres?…más aun tratándose de su propio hijo quien tendría que sufrir el suplicio. Diríamos hoy día, para “publicitar” las faltas y su castigo. La cruz estaba pensada entonces para exhibir. Todo esto poseía una importante labor de adoctrinamiento social pues los penados sufrían las burlas y reprobación del pueblo y con ellos, sus familias. La idea de esta tortura era infundir temor público, exhibiendo a los condenados a la vista todos y alargando su sufrimiento así como el tiempo de su muerte. La cruz fue un método antiguo de ejecución utilizado siete siglos antes de la época de Cristo y posteriormente adoptado por los romanos. Hoy es el 1er viernes de este maravilloso tiempo litúrgico y por ende el momento idóneo para pensar en ese árbol que nos trajo la salvación que celebramos: La Cruz. De el yo me nutro, en el me deleito, en sus raíces crezco. Dice una homilía de #Pascua del Siglo II: “La cruz gloriosa del Señor resucitado es el árbol de la salvación.
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